Existen muchas definiciones para la autoconstrucción, también varios tipos de ella, pero todos se pueden considerar como una forma de producción social de vivienda, es decir, la promoción y al menos una parte de la construcción corre a cargo de los propios habitantes o usuarios, éstos participan de una forma directa y personal,  y además lo hacen sin ánimo de lucro.

Cadena HUMANA

Proyecto «Puras ilusiones» Villena (Alicante)

Nosotros desde Ecoop ofrecemos la modalidad de autoconstrucción en todos nuestros productos,  en la que los interesados están presentes en todas las fases del proyecto, desde su diseño hasta su ejecución.

 

Para productos sencillos y que no necesitan proyecto, por ejemplo, la construcción de una estufa de alto rendimiento, la autoconstrucción sería similar a un taller de formación, en el que el interesado o los interesados participan en la ejecución de la pequeña obra; aprendiendo, poniendo su propia fuerza de trabajo y acompañados en todo momento de nuestro personal. De esta manera consiguen aprender conocimientos sobre la realización de, en este caso, una estufa y además consigue un ahorro económico, ya que todo el trabajo que realice el particular es trabajo que no tiene que realizar un profesional a sueldo.

Trabajo en equipo

Taller de estufas de mampostería, Venta de Contreras (Minglanilla-Cuenca)

A la hora de autoconstruir una vivienda existen más limitaciones porque ésta conlleva una serie de funciones que sólo pueden desarrollar personal cualificado, las cuales quedan establecidas en el Código Técnico de la Edificación. Son las siguientes:

–          Realización de un proyecto básico (arquitecto).
–          Realización de un proyecto de ejecución (arquitecto).
–          Dirección de la ejecución del proyecto (arquitecto técnico).
–          Control de calidad (arquitecto técnico).
–          Coordinación de seguridad y salud (arquitecto, arquitecto técnico o empresa especializada).

Dicho ésto, es evidente que la principal función a asumir por parte de los autoconstructores son las propias de un albañil y es en la sustitución de la mano de obra donde reside el principal ahorro económico. La segunda gran ventaja es que el promotor tiene libertad, por nuestra parte, para contratar a la gente de su entorno en quien confíe para hacer determinados trabajos. Así también se benefician las personas de sus círculos familiares o de amistad.

Descanso

Proyecto «Pájaros en la cabeza» Ciudad Real

Como contrapartida, el autoconstructor, al intervenir en la obra de esta manera, también asume responsabilidades en los mismos términos que lo haría una empresa constructora frente a terceros en caso de accidente o de una mala ejecución. Para ello, además, debe darse de alta en el Impuesto de Actividades Económicas como constructor durante el tiempo que dure la obra. En la práctica ocurriría que compartiría responsabilidades de manera proporcional con los técnicos que le asisten (arquitecto, arquitecto técnico y coordinador de seguridad y salud)

Llegados a este punto hay que recalcar, que en todo momento, hemos hablado del autoconstructor como figura jurídica con capacidad de contratar a las personas que van a trabajar con él. No es lo mismo que trabajar con voluntarios, lo cual está prohibido por ley y sólo se podría realizar a través de una actividad formadora como alumnos; interviniendo en trabajos de muy baja especialización, en los que estén expuestos a riesgos muy moderados y siempre amparados por un seguro de responsabilidad civil.

A pesar de todo, si la autoconstrucción se toma con la seriedad debida y las cosas se hacen bien, no tiene que haber ningún problema ni dejar de ser una experiencia inolvidable de autorrealización y aprendizaje. La calidad alcanzada puede ser igual a la realizada por profesionales si se mantiene un asesoramiento muy estrecho y continuo con los técnicos.

Nosotros te animamos a optar por esta modalidad, ¿te apetece?

 

video: momento de trabajo cooperativo durante el voluntariado en el proyecto «pájaros en la cabeza«